sábado, 16 de noviembre de 2019

AVES DE LERÍN - ÁGUILA REAL


Para quienes nos gusta salir al campo a "pajarear", es decir, a observar y fotografiar aves libres, en su entorno natural, cualquier encuentro, cualquier fotografía "medio decente" que consigamos, supone una enorme sensación de satisfacción.

Si además el encuentro es con un ave que no habíamos podido fotografiar anteriormente y lo hacemos por primera vez (lo que los "pajareros" llamamos un "bimbo") la sensación es de absoluto triunfo. No os podéis imaginar el tiempo, la dedicación y la ilusión que hay tras cada una de esas fotos. 

A lo largo de los años he conseguido fotografiar algunas aves muy poco habituales que, por desgracia, es muy posible que no vuelva a ver en Lerín (fotos que espero ir mostrándoos aquí poco a poco) y la sensación ha sido de sorpresa y de incredulidad.

Pero hay una sensación diferente a las que ya he mencionado y que creo que solo la he sentido cuando me he encontrado en el campo con la protagonista del reportaje de hoy. He intentado encontrar una definición para esa sensación, pero es difícil de explicar. Es una mezcla de las anteriores, más alguna otra, y además, la sensación de "silencio".




Tanto si se posa en algún lugar alto, como si está en vuelo, cuando aparece el águila real se hace el silencio. Creo que, además de los demás pájaros, se callan hasta los insectos, las ranas... incluso el viento calla. Hasta los árboles mueven sus hojas más despacio y con cuidado para no quebrantar ese silencio. En el momento del encuentro solo oigo mis propios latidos que retumban como puñetazos en el pecho. El silencio solo se rompe con los chasquidos del obturador de la cámara. Clak, clak, clak. Entre tanto silencio, suenan como si fueran disparos. Pero no son disparos de pólvora y plomo, son disparos de admiración. Y ella los oye. Claro que los oye. Y creo que mis latidos también los oye, la jodida.

Cuando la he pillado en vuelo no he sido capaz de volver a moverme hasta que se ha alejado tanto que la pierdo de vista. Cuando alguna vez la he pillado posada, o se ha ido ella o me he ido yo, viendo que no iba a hacer sino molestarla y además, sabiendo que a esa distancia no iba a poder tomar ni media foto. La he observado un rato con los prismáticos y me he ido.

Pero curiosamente, y esto ya me ha ocurrido en dos ocasiones, cuando ha sido ella la que se ha marchado tras un encuentro repentino bastante cerca, no ha huido del susto. Al verme, se me ha quedado mirando unos segundos, ha mirado a su alrededor con calma, me ha vuelto a mirar otro rato y casi con chulería ha alzado el vuelo, pero no alejándose, sino en mi dirección, sobrevolándome, orgullosa y poderosa. Creo que solo le faltó echarme una cagadica cuando me pasaba por encima.



  


Bueno, va, que se me va la olla y me enrollo con mis cosas! :-D


Hoy, en "LERÍN ES CAPITAL", vamos a conocer un poco mejor a la reina de las aves de Lerín. Vamos a conocer al...


ÁGUILA REAL
(Aquila chrysaetos)


Se trata de la mayor y más poderosa de las águilas de la península.

El águila real está distribuida por buena parte del planeta. Las hay en Europa, en el norte de África, en Asia, y en América del Norte. Eso no quiere decir que las haya en abundancia, sino que está bastante extendida. Por desgracia, en muchos países está totalmente extinguida. En otros, aunque sobreviven, su población ha caído en picado en los últimos años.

En Europa solo unos pocos países disfrutan de su presencia, y en la Penínsila Ibérica, aunque decreció una barbaridad, sobre todo por la persecución a la que le sometió el hombre, además de por otros motivos, actulmente la población parece estar estabilizada, por lo que no parece estar extremadamente amenazada. Esto no significa que no haya que tener el máximo cuidado, ya que son sumamente sensibles a los cambios en su hábitat.
Estas poblaciones que todavía se mantienen están asentadas principalmente en las cordilleras, sobre todo Pirineos y sierras del centro y del sur peninsular.

Algunas de estas águilas están asentadas en zonas más bajas, así que podemos estar muy contentos de poder disfrutar de su presencia en Lerín.

La subespecie Ibérica (Aquila chrysaetos homeyeri) es la que tenemos aquí. Es un ave realmente grande. Como ocurre en muchas otras aves, las hembras son algo mayores que los machos, pudiendo alcanzar un metro "de pico a cola" y los 2,30 metros de envergadura alar.

Su plumaje es pardo muy oscuro, con tonos ligeramente más dorados en alas, nuca y cuello.

El dorso de las alas y la espalda es de un marrón muy oscuro y la cola es también oscura pero un poco más clara en su nacimiento.

Por debajo, el plumaje también es marrón oscuro, aunque un poco más pálido.

El plumaje de adulto no lo alcanza hasta el sexto año de vida. En los primeros años hay bastantes cambios en la distribución del color por lo que suele ser complicado calcular la edad con exactitud basándonos en su plumaje. En los individuos jóvenes abunda más el color blanco en la cola con una franja negra al final y tienen unas zonas blancas en las alas.

Los jóvenes de primer año son fáciles de identificar ya que su plumaje es muy oscuro, prácticamente negro, con dos características manchas blancas en las alas.




Machos y hembras no se diferencian en el plumaje, pero en tamaño. Como hemos dicho, las hembras son más grandes. El comportamiento de las hembras suele ser más tranquilo que el de los machos, de actitud más nerviosa.

Tienen patas fuertes de color amarillo, garras muy desarrolladas y un pico muy fuerte. Armas muy potentes que junto a su fuerza, su velocidad y una vista magnífica, la convierten en una cazadora extraordinaria.


Encontrarla entre la niebla supone un momento mágico.





Las águilas reales suelen ser monógamas, y casi siempre se emparejan de por vida.

Construyen varios nidos en su territorio y los van alternando cada año. Acostumbran a hacer el nido bien en cortados rocosos en las sierras altas o zonas montañosas, o bien en árboles altos en las zonas más bajas.

Suelen poner dos huevos de los que tras 45 días saldrán los polluelos. Con suerte, uno de ellos saldrá adelante.

Los padres alimentan a los pollos en el nido hasta que estos se independizan.

La alimentación del águila real es muy variada. Aunque suele preferir mamíferos como conejos o liebres, no desprecia pájaros de cualquier tamaño. Tampoco es extraño verla aprovechando carroña. También captura a otros predadores (zorros, por ejemplo), sobre todo si están débiles o son jóvenes. Si hay mucha abundancia de "caza mayor" también suelen incluirla en su menú, especialmente a individuos jóvenes.




La extensión que ocupa el territorio de una pareja es bastante grande, tanto mayor cuanto menor sea la presencia de otras parejas de águilas reales. Evidentemente, también varía en función de la cantidad de comida disponible.

La persecución que ha sufrido el águila real por parte del hombre durante muchísimos años en los que fue cazada, sus nidos expoliados y destruídos, incluso se llegó a recompensar la matanza de pollos de águila por considerarla una "alimaña" a la que había que exterminar, ha llevado a su especie a la situación actual, en la que gracias a ser declarada especie protegida, se ha conseguido frenar su desaparición.

La longevidad del águila real depende de muchísimos factores. Se calcula que puede variar, como media, entre doce y quince años, pero es importante tener en cuenta que el águila no comienza a reproducirse hasta los 5 o 6 años de edad. Y en muchas ocasiones la puesta no sale adelante. 

Como ocurre también con otras especies, las águilas son muy sensibles a las molestias que puede ocasionar la actividad humana cerca de sus nidos. Si se sienten en peligro es muy posible que el nido sea abandonado y la reproducción ese año se haya perdido.

Lerín es un lugar que por su situación, su extensión, sus pinares... posee unas características que favorecen que algunas especies de aves se asienten de forma permanente, y otras, migratorias, lo adopten año tras año como lugar de cría en las estaciones cálidas.

Sin embargo, bajo mi propia experiencia de observación de aves en Lerín, y tomando como muestra los últimos cinco años, he comprobado que respecto a los tres anteriores, estos dos últimos años, y especialmente este último, 2019, tanto la cantidad de aves como la variedad de especies ha disminuído una barbaridad. Sin duda el clima influye, pero lo que quiero decir es que el equilibrio de la vida silvestre es delicadísimo. Diría que está "cogido con pinzas", por lo que hay que ser extremadamente cuidadosos, tanto en acciones institucionales de cierta envergadura como en el comportamiento individual de cada uno de nosotros, que debe ser lo más respetuoso posible con el medio para evitar dar al traste con ese equilibrio.


Por esta razón precisamente, siento auténtico PAVOR por el impacto ecológico y las consecuencias que puede acarrear tanto para el águila real como para otras muchas especies, la prevista "intervención" en las masas forestales de Lerín con la tala masiva de pinos y el correspondiente trasiego de maquinaria pesada durante un prolongado periodo de tiempo.  

Pero este asunto de los pinares prefiero posponerlo un poco y ver si se hace pública algo más de información
Por la importancia medioambiental y por la preocupación que ha generado, este tema da para otro artículo aparte.


Esperemos que durante muchos años en los cielos de Lerín siga reinando su majestad, el águila real, ...




... y a piso llano, la sensatez.




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Artículo y fotografías: Jose York

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6 comentarios:

  1. Cuanto cariño a "los pájaros" se "ve" en este artículo. Y las fotos... como siempre... geniales

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  2. Se capta de manera clara tu conocimiento sobre la fauna existente en diferentes zonas del término municipal de Lerin.

    Sin duda las muchísimas horas que has dedicado a ello hace que puedas poner en valor todos los conocimientos que has adquirido a lo largo de los muchos años que llevas pateando los casi 100 km2 de nuestro territorio.

    Muchas gracias por tus desvelos y por hacernos partícipes de tus amplios conocimientos en materias de fauna y flora e igualmente de tus habilidades y conocimientos en el arte de la fotografía.

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  3. Las pocas veces que la veo me quedo de piedra. Que suerte verla y fotografiar la!! Y si además es de Lerín aún es más bonita.

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