lunes, 26 de junio de 2023

MIGUEL JERÓNIMO PORTAL

 

Hoy, en LERÍN ES CAPITAL, volvemos a sacar de la fría oscuridad del olvido a un nuevo personaje lerinés. En esta ocasión, Charo López, nuestra "rescatadora de personajes", nos habla de alguien que salió de Lerín muy joven y que, unos años después, se lanzó a la aventura de cruzar el océano.

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MIGUEL JERÓNIMO PORTAL, un lerinés del siglo XVII en La Florida. 

 

Flota de Indias. (Foto: Ecuador Today)

Miguel Jerónimo Portal fue un lerinés que nació y vivió en el siglo XVII y formó parte de una de las expediciones que marcharon a las Indias en busca de un futuro diferente.

 

Nació en Lerín el año 1600 y era hijo de Jerónimo Portal y María Alonso de Mauleón.  Jerónimo se llamaban tanto el padre como el abuelo, y estos fueron en Lerín escribanos reales. El padre se encargaba también de cobrar, junto con el alguacil, los cuarteles y alcabalas en los distintos pueblos que abarcaba la jurisdicción del entonces duque de Alba y Condestable de Navarra, Antonio Álvarez de Toledo, por su condición de Conde de Lerín. Este escribano se vio envuelto en algunos pleitos que van a dar pistas para conocer los primeros años de su hijo Miguel Jerónimo. En marzo del año 1603 pleitea con un colega suyo llamado Antonio López sobre la entrega de los registros de su progenitor. Probablemente, el escribano Portal estaba ya dejando sus cosas en orden pues fallece  ese mismo año; María, su mujer, pleitea en ese octubre con un tal Diego de Isaba por la venta de una viña y para entonces ya se advierte que era viuda; de modo que con solo tres años Miguel Jerónimo queda huérfano de padre; la familia vivía en régimen de arrendamiento en el “barrio de la Cofradía”, en una casa propiedad de un tal Maese Antón Borla, que era ensamblador y cantero (en otro lugar se dice que era fustero o carpintero). Al quedar viuda María, Antón le reclama la casa y el dinero que le quedaba pendiente. El nombre de Maese Borla aparece reflejado durante varios años en los pagos que se hacen mientras la construcción de la iglesia de Mues en su condición de cantero.

 

Al enviudar María envía a su hijo Miguel Jerónimo a Madrid, seguramente con la intención de que fuera educado en el oficio de su padre, y con veinticuatro años ya se hallaba dispuesto el joven a emprender la aventura de las aventuras de la época: poner rumbo a las Indias; lo hará como asistente del recién nombrado gobernador de las provincias de La Florida, el Capitán General don Luis de Rojas y Borja, un militar de origen valenciano hijo de Pedro de Rojas y Ladrón (lugarteniente general de la Orden de Montesa) y Francisca de Borja y Morello. Ambos pertenecían a dos de las familias valencianas más importantes e influyentes de la época. El padre era nieto por parte paterna del Marqués de Poza, y el propio Luis fue Duque de Granja. De la parte materna pertenecían a la casa Ducado de Gandía, y entre sus parientes más ilustres estaban san Francisco de Borja, General de la Compañía de Jesús y su nieto, el duque de Lerma, sin olvidarse de Rodrigo de Borja, el Papa Alejandro VI.

El Papa Borgia. Alejandro VI. (Foto: Wikipedia)

Para saber qué significaba para Miguel Jerónimo apoyarse en este importante personaje es necesario conocer antes algo de su trayectoria. Para el año 1605, Luis de Rojas era ya Caballero de la Orden de Santiago y a través de su hoja de servicios se podría hilar una parte de la historia de España: “sirvió tres años en Lombardía, Piamonte y Saboya, en la cual se halló cuando entró en ella el ejército. Y después fue en la jornada de Argel.  Y de allí pasó a Flandes, donde la primera vez asistió siete años, y una segunda por otros diez años más. Se halló en todos los sitios, encuentros y baterías que se ofrecieron, los más de ellos con una Compañía de Infantería haciendo particulares servicios y peleando en los mayores peligros, de dónde sacó heridas. El Archiduque y el Marqués de Espínola escribieron al rey nuestro señor, que está en gloria, encareciendo su recomendación en merecimiento por sus buenos servicios, y de su padre y hermanos”. Y así, con este historial a sus espaldas, y después de consultar al Consejo del Gobierno de Rio de la Plata y de Santa Marta, el 27 de enero del año 1623, Felipe IV lo nombra Gobernador y Capitán General de las provincias de La Florida.

 Así que, sin demora, se pone en marcha toda la maquinaria burocrática habitual para hacerse con todo el papeleo, tanto del gobernador como de su séquito. Y así, también  Miguel Jerónimo completará una serie de trámites que le abrirán las puertas del nuevo mundo. En Madrid reúne a diferentes testigos que van a dar fe de él, y no será hasta el 8 de mayo del año 1624 cuando concluyan los trámites. Gracias a esa documentación, que se guarda en el Archivo de Indias, aunque digitalizada, se conocen algunas de las características personales y físicas del joven lerinés: “mozo soltero, libre por casar, no sujeto a matrimonio, religión ni otra forma.  De edad de 24 años, alto de cuerpo, blanco de rostro, mellado de dos dientes de la parte de arriba….”, a la vez que se asegura que es cristiano viejo y no tiene mancha de judío, moro, ni penado por la justicia, como era pertinente acreditar en estos casos.

 

Se presenta pues Miguel Jerónimo ante el licenciado Sancho Flores acompañado de sus testigos. Uno de estos era el también licenciado don Diego Márquez, un cura de Lerín, beneficiado durante muchos años en su parroquia, que residía ahora en Madrid y declaraba ser, nada más y nada menos que capellán de la condesa del Castellar en su monasterio del Corpus Christi, llamado también convento de Las Carboneras, habitado por monjas jerónimas. La citada condesa del Castellar era doña Beatriz Ramírez de Mendoza, fundadora de este y otros tres monasterios más, una mujer que se tuvo que enfrentar hasta con el mismísimo duque de Lerma, valido de Felipe III y nieto de San Francisco de Borja, como he apuntado anteriormente. Mujer de gran determinación, falleció en olor de santidad en el año 1626.

 
Foto: Beatriz Ramírez de Mendoza, Condesa del Castellar. Convento de los mercedarios descalzos del Viso

 

Este clérigo, don Diego Márquez, juró in verbo sacerdotis, que vio casar a los padres de Miguel Jerónimo y que “tuvo con ellos trato y comunicación en el discurso de cuarenta años”. El sacerdote acredita tener cuarenta y ocho. Presenta Miguel Jerónimo otros dos testigos más, Lope Castillo que vivía también en Madrid en la calle de los Jardines, y Juan de Velasco, que “posaba” en calle de las Brozas en las casas del contador Diego de Albarado; estos dijeron también conocerle y dan la consiguiente fe para el caso que firma el escribano oficial de la Secretaría Real del Consejo de Indias, Gregorio Pérez de Andrade.

 

Además de Miguel Jerónimo, el séquito de Rojas y Borja lo componía: Pedro Pérez de Val, natural de Val de Monterrey (Orense), Luis Páez Jaramillo y de Quirós, natural de Olmeda, (acaso sobrino de Pedro Páez Jaramillo, famoso jesuita y primer europeo que llegó a las fuentes del Nilo Azul), Martín López y de la Vega, nacido en Casarrubios, Juan de Escobar y de Herrera, natural de Madrid y Francisco de Oviedo, oriundo de Tordesillas, a los que se sumaba la esposa de uno de ellos. Toda la documentación estará lista y sellada en la Casa de Contratación de Sevilla para el día primero del mes de junio del año 1624.

 

Trece días después zarpa el convoy del puerto de Cádiz rumbo a La Florida en la llamada Flota de Nueva España que los llevará a su destino En esta ocasión compuesta por trece navíos, transportando un total de cinco mil quinientas toneladas de carga y comandada por el general Gabriel de Chaves y Osorio, siendo su almirante Antonio de Aliri, expertos marinos acostumbrados a cruzar la mar oceana. No obstante, viajar a Las Indias en aquella época resultaba una aventura muy arriesgada y no siempre llegaban las naves íntegras a puerto. La fuerza de los temporales y la agresividad y rapiña de los piratas que pululaban por aquellos contornos resultaban letales; apenas dos años antes una expedición similar sufrió graves pérdidas, no solo en la carga, sino también en bajas humanas y número de embarcaciones.

 

 La península de La Florida había sido descubierta en el año 1513 por el español Juan Ponce de León. Al parecer el hecho se dio por casualidad cuando iban en busca de la mítica “fuente de la juventud”: que hacía rejovenecer y tornar mancebos los hombres viejos. Estuvieron buscándola durante seis meses: “lo cual fue una gran burla decirlo los indios y mayor desvarío creerlo los cristianos e gastar tiempo en buscar tal fuente” (Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia General y Natural de las Indias, libro XVI. Vol. I, pág. 482). Y en este loco intento de encontrar la milagrosa fuente se toparon con tierra firme; al arribar creyeron que se trataba de una isla, pero a donde habían llegado era a una parte del continente americano. El día en que avistaron tierra coincidió en el calendario litúrgico con el Domingo de Resurrección por lo que llamaron al lugar, Tierra de la Pascua Florida, en la actualidad, simplemente, Florida.

 

Luis de Rojas iba a ser el decimocuarto gobernador del lugar, y llegaba sustituyendo a Juan de Salinas. La toma de posesión se produjo el día 28 de octubre de ese año 1624, por lo que la travesía atlántica duró algo más de cuatro meses y medio, un trayecto que guardaría Miguel Jerónimo en su memoria para siempre.

 

Aunque hay que pensar que fue un puesto importante, ya que aparece el primero en la documentación, tras la del gobernador, no se dan pistas de cual fue el cometido de Miguel Jerónimo Portal al arribar a la Florida. Solo una referencia más encontraré en lo sucesivo sobre él; sin embargo, apoyada en los documentos y reales células que Luis de Rojas dirigió durante su mandato a la Corte de España, y que se custodian en el Archivo General de Indias, podrán servir, junto a otras fuentes, para recomponer un poco los acontecimientos que se sucedieron, de los que fue testigo, quizá protagonista, o al menos vivió muy de cerca.

 

Enseguida de llegar a La Florida, Luis de Rojas mandó a una Compañía de diez soldados españoles y sesenta nativos -de la tribu Guale-, en busca de un grupo de “jinetes a caballo” que se habían adentrado desde hacía bastantes meses (mientras el mandato del anterior gobernador) al interior de la península con la intención de rastrearla, pero no habían vuelto. Ese territorio, que comprendía lo que después sería la provincia de Carolina, era reclamado por la corona española, ya que a consecuencia de las guerras mantenidas entre los Pohoy y los Amacano, los españoles se habían visto obligados a huir, abandonando momentáneamente la misión de Cofa, en la desembocadura del río Suwannee.

 

En una de las primeras células que el nuevo gobernador envió  al rey le aconsejaba sobre la conveniencia de construir un fuerte que les protegiera del acoso de piratas ingleses y holandeses –tan habitual en aquel tiempo-, así como de  los “indios crueles”, sin despreciar el auxilio que dicha fortaleza proporcionaría a los barcos que en no pocas ocasiones naufragaban en sus costas. Este prudente consejo no fue escuchado por el rey.

 

También se le atribuye a Rojas y Borja la fundación en 1627 de la Misión de San Diego de Helaca a orillas del río San Juan (St. Johns), al oeste de San Agustín. Desde ese lugar se facilitaba el tráfico de canoas al resto de provincias.

 

También presenciaría Miguel Jerónimo los intentos que tuvo que hacer el gobernador por apaciguar a los nativos. En el año 1628 Rojas y Borja envió un destacamento de soldados con objeto de atraer a un gerifalte (segundo en el rango de caciques), para que “pudiera darle regalos y negociar una paz”.

 

Y es que, con objeto de mantener esa paz, era voluntad del rey de España que fueran especialmente respetuosos en el trato con los indígenas, y Rojas buscaba ganárselos con regalos antes de recurrir a las armas. Y así lo manifiesta en una de sus cartas dirigidas al rey: “veo la necesidad de mandar personas pláticas hablar con los dichos indios ofreciéndoles amistad y buena correspondencia, y que si no la querían tener, sería fuerza de tomar el medio de castigo”. En esa misma cédula le explica el método seguido para granjearse la amistad de los indios, especialmente de los “caciques más principales que tuve aquí muchos días, regalándo en todo lo posible, de que quedaron satisfechos y muy amigos; y después acá, las veces que han llegado a la costa de estos indios navíos ingleses y olandeses no los han admitido ni rescatado y an venido a darme aviso y hay nabios de enemigos en la costa, y dos veces que desembarcaron hacer agua, desampararon los lugares y se retiraron al monte, y otros vinieron a dar aviso y pedir socorro. Y con esta amistad y correspondencia que he tenido y procuro conservar, confio en Nuestro Señor no será menester el castigo y con este medio mas suave se hevitaran muchos daños en el servicio de Nuestro Señor y de sus almas y de su Magestad”. En dicho documento también da cuenta de las muchas fechorías que los españoles sufrieron a manos de esos mismos indios: “que an perecido tantos a mano de los barbaros, y algunos Religioxos y soldados de este Presidio (...)”.  Tal documento se firmó en San Agustín de la Florida el día 30 de junio del año 1628

Y luego estaban los piratas ingleses y holandeses que pululaban siempre por la zona y hostigaban, tanto a  españoles como a indígenas.

 

 Ilustración 1foto charles m hutson

 Durante el año 1627, Rojas y Borja envió a la zona norte de la región, para su reconocimiento, dos nuevas expediciones dirigidas en esta ocasión por Pedro de Torres. Este lugar  estaba habitado por la tribu de los Apalaches. Como esta tribu practicaba una agricultura eficiente, proveían de alimentos a los habitantes de san Agustín. Hay que resaltar que con esta tribu los españoles llegaron a congeniar sin demasiados problemas.

 

 La primera de esas expediciones la componían veinte soldados españoles y sesenta indios aliados. Ya en la segunda llegaron hasta el interior del territorio donde encontraron la ciudad de Cofitachequi  de la que no se tenían noticias desde la primera incursión en el año 1539 que lideró Hernando de Soto.


Es difícil saber hasta qué punto se involucro Miguel Jerónimo en los acontecimientos que tuvieron lugar mientras gobernó Rojas y Borja en La Florida, pero ahí se mantuvo él hasta que el gobernador concluyó su mandato. Tiempos de afianzamiento tras la conquista; de incertidumbre y zozobra, ya que a pesar de la aparente situación de privilegio estuvieron expuestos a toda clase de peligros y contingencias.

 

Rojas y Borja cesó en su cargo de gobernador de La Florida en el año 1630. Al concluir su mandato tocaba someterse al llamado “juicio de residencia”, como estaba establecido para todas las personas que desempeñaban un papel principal de gobierno en las Indias. Un juicio recto y temido, caso de no haber desempeñado rectamente el cargo. Si alguna persona tenía algo que alegar o queja que presentar sobre la actuación del residenciado, ese era el momento de hacerlo. En el juicio que se le hizo a Rojas y Borja, gestionado como era habitual por su sucesor (en este caso, Andrés Rodríguez de Villegas), solo se presentaron dos demandas contra él, y una de ellas la presentó precisamente Miguel Jerónimo Portal y Alonso de Mauleon. Un valioso documento que se encuentra custodiado en el Archivo de Indias y que no ha sido todavía digitalizado; importante legajo que guarda valiosa información que daría más luz a este trabajo ya que facilitaría cual fue la labor que desempeñó Miguel Jerónimo en la Florida durante ese tiempo.

 

Se entiende pues que tras la marcha del gobernador, Miguel Jerónimo se quedó en la Florida. Rojas y Borja, por su parte, continuó desempeñando en otros lugares nuevos cargos y responsabilidades. En el año 1633 es nombrado Presidente-Gobernador de Panamá. Para el año 1635 y con el título de Duque de Granja y Maestre de Campo, además de General del Ejército de la Capitanía de Pernambuco (Brasil), comandaba la flota hispano lusitana en Alagoas, defendiendo el Sitio de Pernambuco en la guerra contra los holandeses. En enero del año siguiente, Luis de Rojas caerá muerto mientras la batalla de Mata Redonda. La narración que se hizo de su muerte muestra el modo de ser, de vivir y de morir de un personaje propio de su época. Transcribo la última parte de la narración ya que aporta aspectos de la personalidad del personaje al que sirvió el osado lerinés.

Dice uno de los testigos oculares y cronista de la batalla de Mata Redonda, que cuando el miltar advirtió que la estrategia bélica por él ideada funcionaba: se llenó Don Luiz de Roxas de tanto fervor, que dio a voces a los Capitanes, y soldados, diciendo: No se gaste más murmón, vamos a ellos, invistamos, que la victoria es nuestra. Tocó a invertir, y movidos los dos batallones uno contra el otro, se empezó a pelear valerosamente con muchas muertes, y heridas de ambas partes. Sonaba la vozería, tocaban las trompetas, volvían las cajas, silbaban las balas por el aire, todo era confusión de parte aparte; yendo ya el enemigo perdiendo alguna tierra, y los llevando sobre ellos, andaba Don Luiz de Rojas en medio de nuestro escuadrón, animando a los soldados, y proveyendo los puestos como via ser necesario. Y teniendo la cara para el enemigo, he aquí que se le dio por la espalda, y le pasó por la parte. Cayó en tierra, y luego se volvió a levantar, diciendo: no es nada, delante soldados, que el enemigo va vencido; me dan mi caballo. Y con ganas de poner un pie en el estribo para montar, que dijo estas palabras:¿Es posible que se me haze estar entre los nobles portugueses? Y luego cayó extendido en tierra muerto. Esto era el día 18 de enero de 1636.


 
Batalla de Pernambuco. Museo Naval
 

Tiempos inciertos y empresas difíciles las que vivieron estos personajes. Sobrevivir en aquellos escenarios suponía un milagro y llegar a hacerse viejos, un milagro mayor. Es lo más probable que Miguel Jerónimo no regresara nunca más a España ni tampoco a su Lerín natal. Y es también muy probable que allí se casara y a día de hoy siga habiendo descendientes suyos en la Florida; unas tierras que fueron de dominio español y que pasaron más tarde a pertenecer a los llamados Estados Unidos de América. Allí quedó pues la historia y la memoria de este lerinés desconocido para sus paisanos, que se lanzó hace cuatrocientos años a vivir una vida plagada de peligros y dificultades, sin llegar a sucumbir.

 

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Artículo: Charo López Oscoz

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lunes, 5 de junio de 2023

CUARTO ANIVERSARIO DEL BLOG

 

Bueno, amigos, pues sí… ¡¡¡CUATRO AÑAZOS!!! desde que comenzó esta locura de "LERÍN ES CAPITAL" el día 25 de mayo de 2019 con un breve artículo de presentación, y ya el día 31 con el primer contenido.

El hito conseguido días atrás por el Club Deportivo Lerinés y la posterior celebración, merecían, sin duda, el artículo de esas fechas, de modo que, tras unos días de “resaca futbolera”, y todavía con esa sonrisa que se te queda cuando has visto a todo el pueblo “de buen rollo”, quiero celebrar con todos los colaboradores y seguidores del blog, este “cuarto cumpleaños”, aunque sea con unos días de retraso.

Desde el anterior aniversario se ha estabilizado en buena medida el ritmo de publicaciones, y se ha mantenido la variedad en los contenidos (personajes, gastronomía, deportes, actualidad…). Quienes colaboramos con la redacción de los artículos, tenemos ya en preparación nuevas entradas, por lo que parece que continuamos por buen camino y es como para sentirnos satisfechos.

Satisfechos, sí, pero aún sigue clavada esa espinita que no acaba de salir, que es la dificultad para encontrar más colaboración a la hora de redactar artículos. Cierto es que, de cuando en cuando, alguien nos da una alegría que recibimos con entusiasmo, pero lo dicho, muy de cuando en cuando. No acabo de entender muy bien los motivos, porque el beneficiario final de todo esto es el propio Lerín, y la autoría de quien redacta cada artículo queda claramente reflejada, tanto al principio, en la introducción al tema, como al final, en los créditos del mismo. En fin, quizás algún día. ¡Ánimo!

Pero bueno, los “habituales” seguimos a tope y el archivo de contenidos, va en aumento. Esto nos anima a continuar cada año con más ganas.

Pues nada, vamos a celebrarlo con un rosadico de Lerín, eso sí, bien frío, que ya vienen las calores.

Nos vemos pronto con un nuevo artículo.

¡Vamos a por otro cumpleaños más!

¡¡¡ SALUD !!!

 

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Artículo: Jose York

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