lunes, 3 de octubre de 2022

MARIA LUISA DE TARAZONA Y DE BEUNZA

 

Hoy, en Lerín es Capital, y de la mano de Charo López, volvemos a rescatar del olvido o del desconocimiento popular a otro personaje interesante muy relacionado con Lerín y con su antaño importantísima escuela de organería. 

Conozcamos pues a...

 


MARIA LUISA DE TARAZONA Y DE BEUNZA, organista del siglo XVIII.

 

Cuando se abordan tiempos pasados se tiende a pensar que las mujeres no jugaron papel alguno que no fuera en el propio ámbito familiar, y probablemente fue así, aunque hubo excepciones. Y este es el caso de Maria Luisa de Tarazona.

A pesar de que Maria Luisa era nacida en Pamplona, su padre y toda su familia paterna eran de Lerín y además, afamados maestros organeros que contribuyeron junto a un buen puñado de colegas a dar especial brillo y prestigio al pueblo. La saga de los Tarazona empieza a finales del siglo XVII con Lucas de Tarazona y Roldan (abuelo de María Luisa) que, nacido en Lerín, se casa en la misma con Josepha López de Velasco y Ximenez de Luna, que era hija de Clemente, el escribano real y promotor fiscal del Estado y del Condado de Lerín.

Lucas de Tarazona y Josepha López de Velasco tuvieron varios hijos. Los varones aprendieron el oficio de organero del padre en el taller que poseían en la calle de Marcos, a la altura del número catorce, y trabajaban a buen ritmo dado su prestigio y la demanda a la que tenían que hacer frente. Centraron su trabajo especialmente en Navarra, pero también lo hicieron en lugares de Aragón, Soria y La Rioja. Uno de los hijos de Lucas, era Ramón, que a pesar de aprender el oficio con su padre enseguida buscó promocionarse en Pamplona.

El resto de hermanos, Lucas Antonio, Julián, Santos y Marcos, continuaron la línea del padre en Lerín, pero Ramón, por alguna razón desconocida, o por pensar que quizá fueran demasiados para medrar, decidió marchar a Pamplona y emplearse en el taller que Matías de Rueda y Mañeru había montado en la capital navarra. No está claro si Matías era natural de Lerín como los anteriores, pero sí que se casó en esta población con Francisca Clemente y Lapeña en el año 1727. Cuando Matías muere, en el año 1747, Ramón de Tarazona compra su taller a la viuda por la cantidad de mil reales y continúa trabajando, ahora ya por su cuenta.

Ramón fue un excelente organero y destacó por sus innovaciones al órgano ibérico, adquiriendo gran prestigio, lo que le llevó a construir abundantes instrumentos que se repartieron por la geografía navarra: San Pedro de Puente la Reina, Falces, Huarte Araquil, Aibar, Villava, Echarri Aranaz, Santesteban y Cirauqui, serán algunos de ellos, manteniéndolos además todos ellos afinados y en las mejores condiciones. También era solicitado por los patronos como experto tasador de los órganos que hacían los otros colegas.

 

Organo de la iglesia de San Pedro de Puente la Reina. Foto: José Luis Echechipía.

Dos años después de irse Ramón de Lerín y afincarse en Pamplona, contrae matrimonio con una joven pamplonesa llamada Josepha Ramona de Beunza y de Abaurrea con la que tendrá diez hijos: Ramón Joaquín Narciso, María Gregoria, Juan Ramón, Agustín Miguel Ramón, María Dionisia, Miguel Joseph, María Catalina, María Josepha, Fermín Ramón, y Maria Luisa Gregoria Ramona de Tarazona y Beunza, que es el personaje en el que me quiero centrar para este trabajo.

María Luisa  fue bautizada en la iglesia de San Juan Bautista de Pamplona el día 17 de noviembre del año 1766. Llama la atención que ninguno de los hijos de Ramón lleve el nombre de Lucas, que era no solo el del abuelo, sino también del bisabuelo, así como el de uno de los tíos, y que por tradición se les venía poniendo a los descendientes varones, y sea sin embargo el de Ramón el que se prodigue en la mayoría de los casos entre sus hijos. Parece como si Ramón buscara romper con esa tradición, por lo que no se podría descartar que fuera alguna desavenencia familiar lo que le obligó a salir de Lerín.

Al menos dos de los hijos varones de Ramón aprendieron el oficio de los Tarazona: Ramón y Agustín. Las hijas, por su parte, recibieron en el hogar cumplida instrucción musical. La joven María Luisa aprendió a tocar perfectamente el órgano guiada en casa por su padre y sus hermanos, y poco a poco fue adquiriendo los conocimientos que le permitirán después defenderse en esa materia. En casa dispondrían de un órgano portátil o "portativo" hecho por ellos mismos, y con él fue alcanzando esa formación de calidad.

En esa época solo las mujeres que pertenecían a las clases altas sabían interpretar música, y lo hacían como modo de distracción, o para mostrar su cultura y refinamiento, pero rara vez como profesión. En general, las mujeres no tenían entonces muchas salidas profesionales, y menos aún en ese campo, salvo en el caso de que ingresaran en religión, como le ocurrió a María Luisa.

Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles de Arizcún. Foto: valledebaztan.com

Al moverse la familia profesionalmente en un ambiente de iglesias y conventos, se debieron de enterar que en el Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles de Arizcun, de la orden de Santa Clara (clarisas), buscaban organista ya que la anterior había enfermado, y María Luisa opta al puesto. Para acceder a él se exigía tener una cualificación musical muy elevada y específica, con conocimientos musicales de órgano, canto llano y gregoriano, por lo que las candidatas habían de pasar por previo y riguroso examen, además del beneplácito final del patrono del monasterio. Tenía entonces María Luisa dicisiete años y era el año 1783. El maestro examinador iba a ser Francisco de la Huerta, maestro de capilla de la catedral de Pamplona. Varias fueron las candidatas que se disputaron el puesto, pero el examinador dictaminó que la más preparada era María Luisa, ya que "estaba bien instruida para poder servir a dicha comunidad". El maestro de capilla expidió el certificado en el que se le consideraba apta y donde se decía lo siguiente: "Haviendo examinado con particular cuydado en el Organo, Arpa y Cantollano a Dñ Maria Luisa de Tarazona, natural de esta ciudad e hija de D. Ramón y Dña Ramona de Beunza, la encuentro bien instruida para todo lo expresado".

Optar al puesto de organista de un convento tenía ciertas ventajas, entre ellas, que se les eximía del pago de la dote. Aunque no parece que fuera este el motivo que impulsara a María Luisa, ya que el trabajo y el prestigio de su padre daría para satisfacerla con holgura, sin embargo, el oficio de organista le aseguraba un futuro que en este caso bien podría compensar las espectativas de la joven, contando también, claro está, con su vocación religiosa.

María Luisa tenía ventaja ya que, como músico de cuna, de no haber sido aceptada en este convento lo habría sido en otro, pues a los patrones les resultaba muy difícil encontrar candidatas bien preparadas y estas eran muy buscadas, tan es así que, en algunos conventos para incentivarlas llegaron a ofrecerles hasta un sueldo, lo que manifiesta la importancia que la música ocupaba en la vida de los monasterios.

Entre las atribuciones y obligaciones de estas organistas, al menos en este caso concreto de Arizcun, estaban la de tocar el órgano puntualmente dirigiendo el rezo y resto de celebraciones, dirigir el coro y educar musicalmente a las voces que lo componían, así como instruir, en el caso de que hubiera alguna monja capacitada, para formarla como posible futura organista. Todo esto le daría a María Luisa cierto grado de responsabilidad, pero también de autoridad dentro de la clausura. 

Clausura del convento de las Clarisas de Aizcun. Foto: valledelbaztan.com

Cómo fue su historia posterior no me ha sido posible conocer, especialmente por su condición de monja de clausura, pero sobre ella y su relación con Lerín me surgen algunas preguntas: ¿Mantuvo María Luisa contacto con sus abuelos y tíos de Lerín? ¿Vino a este pueblo a despedirse de ellos antes de entrar en la clausura? Se da por supuesto que sí pero esos puntos quedan en el aire.

Cabría preguntarse también si compuso y dejó obras musicales escritas, de ser así, el archivo del monasterio de Aizcun las guardará y saldrán en algún momento a la luz. Sería deseable que así fuera. El modo en que transcurrió la vida y el afán de esta monja organista quedó velado tras los muros y la regla franciscana de Santa Clara, sin embargo, los acordes musicales que salieron de sus dedos, acompañando laúdes, vísperas, oficios y todos los cantos litúrgicos acostumbrados, se colaron por cada uno de los resquicios de los muros del bello monasterio y quedaron impregnados para siempre de la armonía musical que María Luisa de Tarazona les supo imprimir con su maestría.

Doscientos cincuenta y seis años han transcurrido desde su nacimiento. El eco de su vida ha tardado en llegar, pero nunca es tarde.

Juan Bautista de Iturralde y Gamio. Foto: la web de los Munarriz.com

El monasterio de Arizcun había sido fundado en el año 1736 por Juan Bautista de Iturralde y Gamio, un ricohombre natural de esa localidad. Para el año 1699 este personaje era ya el Tesorero del Gasto Secreto de Carlos II, cargo que ocupó al dejarlo vacante su paisano Juan de Goyeneche, con el que había hecho muchos negocios y creado diferentes empresas que le aportaron abundante capital. Ya con el rey Felipe V, Iturralde desempeñó el cargo de asentista del ejército y llegó a ser Ministro de Hacienda. Este lo nombró también primer marqués de Murillo (el Cuende). Iturralde y Gamo, al igual que otros tantos navarros que se destacaron en esa época, formaron una élite social y política en la que Julio Caro Baroja dio en llamar "la hora navarra en el siglo XVIII". Este grupo de navarros disfrutaron de una enorme influencia en la política, la economia y la cultura de la época, tanto en Madrid como en Navarra. 

La biografía de Iturralde y Gamio está ampliamente descrita, documentada y publicada por José Ramón Cruz Mundet, actualmente octavo marqués de Murillo. Además, José Ramón Cruz comparte con María Luisa de Tarazona una peculiaridad, y es que ambos son hijos de padres lerineses, aunque de distintas épocas. José Ramón es hijo de Sixto Cruz Gorricho y nieto de Sixto Cruz Solano y Celerina Gorricho Ona, todos ellos naturales de Lerín. José Ramón es doctor en Historia Moderna, archivero en la Administración y profesor de Archivística de la Universidad Carlos III, además de autor de numerosas obras.

Relacionar a estos dos personajes entre sí me ayuda a acercarlos a la historia de Lerín, a la vez que ellos contribuyen a enriquecerla.


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Artículo: María Rosario López Oscoz

Bibliografía:
-CRUZ MUNDET, José Ramón (2012). «Juan Bautista de Iturralde y Gamio: un asentista navarro en la corte de Felipe V». En Gobierno de Navarra, ed. Príncipe de Viana (Separata) (255): 205-260.
-LABEAGA MENDIOLA, Juan Cruz. Órganos y organeros en Sanguesa.
-LOPEZ OSCOZ, María Rosario. “Lerín, villa de Religiosos (Julián y Carmelo Cruz). 2012. (e.a.).
-LOPEZ OSCOZ, María Rosario. “López, Retazos de la Historia de Lerín y Cárcar a través de un apellido”. 2017.  (e.a.)
-TAMAYO GOÑI, Fernando. “Música y Mujeres Organistas en un Convento Navarro del Siglo XVIII: Nuestra Señora de los Ángeles de Arizkun”. Conservatorio de Música de Navarra.
-familysearch.org 

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3 comentarios:

  1. Muy interesante Charo. ¿Hasta donde se extendió la organeria lerinesa? Segiro que aun quedan flecos por descubrir.

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    1. Agustín, sobre el tema de la organería lerinesa no está en absoluto todo dicho. Hay mucho sobre lo que seguir investigando; la importancia de este colectivo fue muy grande y la impronta que dejaron todavía sigue viva. Hay que luchar por recuperar lo más posible.

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    2. Agustín, este personaje en concreto implica mi genealogía. La abuela materna de María Luisa de Tarazona era hija de mi requeteabuelo troncal (por llamarlo de algún modo) de aquella época.
      Por su parte, Cruz Mundet sería pariente tuyo, y de los Cruz de Lerín de toda la vida. Una bonita coincidencia

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