Ya va bueno el año y no queremos acabarlo sin traer a LERÍN ES CAPITAL un nuevo personaje que nació en Lerín, que tuvo gran relevancia en su época y que, como en tantos otros casos, con el paso del tiempo quedó relegado al siempre injusto olvido.
Por fortuna, Charo López, con su trabajo tenaz e incansable, escudriñando entre libros, documentos, archivos y consultando a diferentes fuentes, lo ha conseguido rescatar y nos trae una semblanza de este personaje. Y para conocer un poco mejor su obra, nos explica además las circunstancias y los importantes personajes con quienes estuvo relacionado.
En esta ocasión, la extensión del artículo supera lo que suele ser habitual en una publicación para un blog pero creemos que tanto el personaje como el trabajo de investigación llevado a cabo por la autora, lo merecen.
Sin más, vamos a conocer a...
JUAN DE LÁZARO, ESCRITOR, CRONISTA Y… ¿CONFESOR DE MADRE ÁGREDA?
Padre franciscano pintado por Rembrandt, siglo XVII. Foto: Diario Alfil
Hoy traigo aquí a un personaje lerinés que vivió durante el llamado Siglo de Oro y tuvo contacto directo con una de las más destacadas figuras de ese fértil período cultural. Se llamaba Juan de Lázaro, y tuvo trato personal y espiritual con la controvertida escritora mística, María de Jesús de Ágreda, llamada también “la Venerable”, Madre Ágreda, o incluso en Nuevo Méjico, la Dama Azul. Aunque por sí mismo ya tuvo Lázaro una vida de lo más interesante, y destacó no solo como escritor místico, sino también por sus virtudes y carismas; de su persona se tuvieron referencias hasta principios del siglo XX para finalmente diluirse su figura y caer en el olvido. Hasta el día de hoy en que me propongo recuperarlo y añadirlo a la lista de personajes ilustres que continúan aumentando el palmarés humano de este blog LERÍN ES CAPITAL.
JUAN DE LÁZARO nace en Lerín en el año c.1598. Los primeros datos que me han llevado a iniciar esta investigación parten de una cita encontrada en el libro: Un Plantel de Seráfica Santidad en las afueras de Burgos. San Esteban de los Olmos (1458-1836) escrito por Ignacio Omaechevarría OFM. En él se recuperan buena parte de los documentos del archivo de este desaparecido monasterio burgalés. La cita dice lo siguiente: “En el mismo archivo de San Esteban de los Olmos se conservaban en 1682 algunos opusculitos de otro escritor franciscano, morador del mismo convento cuyo nombre no consigna Martínez Añibarro en su diccionario. Desde luego, no es burgalés, aunque vivió en Burgos. Me refiero al padre fray Juan de Lázaro, natural de Lerín (Navarra)”.
Este será pues el dato a partir del cual he iniciado un rastreo minucioso que me ha llevado a perfilar la vida de este hombre, que a tenor de las fechas sería hijo de los también lerineses Juan de Lázaro y Catalina Gil (Jil ó Xil).
Armas de los Lázaro en Lerín. Foto: Lerín, Historia Naturaleza y Arte. A. Garnica Cruz, J.L. Ona Gonzalez (coord.). 2010.
La antigüedad del apellido Lázaro en Lerín es anterior a ese siglo XVI, donde se prodigó generosamente hasta llegar a extinguirse llegado el XX, siendo Isabel Lázaro e Idoy (hija de José y Sebastiana) su última exponente.
Foto: Recordatorio del deceso de José Lázaro.
En el año 1783 uno de estos Lázaro, Pedro Lázaro y Segura, había defendido para sí y los suyos su ejecutoria de hidalguía y sobre la fachada de su casona, situada en la plaza de la iglesia, pendió desde entonces el escudo heráldico, actualmente desaparecido, ya que se retiró al ser derribada la vivienda para construir sobre ella un bloque de pisos. Por tanto, ya desde antiguo el apellido Lázaro en Lerín estaba ligado a personajes de peso y cargo: abogados, hidalgos, alcaldes y personas de relevancia social, por lo que es fácil concluir que Juan era de familia acomodada, y seguramente hijo segundón.
JUAN SE HACE FRANCISCANO
El caso es que en 1616 Juan toma el hábito de la Orden Franciscana en el convento de San Francisco de la vecina ciudad de Estella, para hacer después aquí la profesión tres años más tarde. El convento de San Francisco de Estella (desaparecido) estaba situado en lo que hoy es el Ayuntamiento. Tras completar su formación en la ciudad del Ega, Juan es destinado al convento de San Julián de la Arena situado extramuros de la villa de Ágreda en Soria (también hoy desaparecido).
Hay que decir que estos frailes, llamados Hermanos Menores Recoletos o de la Recolección, eran una escisión de la Orden Franciscana que se afanaban en llevar una vida de estricto retiro espiritual, en santo recogimiento, en contraposición a la otra rama algo más relajada.
Aquí, en Ágreda, fray Juan debió de destacar enseguida ya que pronto es nombrado padre predicador, llegando posteriormente al más alto grado de autoridad dentro del convento: el de padre Guardián, que en la orden franciscana corresponde a lo que en otras sería Prior o Superior.
Estos frailes franciscanos de San Julián de la Arena eran los encargados de atender espiritual y puntualmente a las monjas de clausura del convento de la Concepción, situado extramuros de esa misma localidad y de la que era madre abadesa sor María de Jesús de Ágreda (1602-1665). Esta monja está considerada entre las más grandes escritoras místicas del Siglo de Oro español, además de atribuírsele la cristianización de Nuevo Méjico por medio de la bilocación, y no pocos otros prodigios más.
Fray Juan, en su calidad de Guardián de los franciscanos de Ágreda, -y seguramente no solo por ese motivo-, estuvo bien al tanto de todo lo que acontecía en este convento femenino y de la progresión mística que alcanzó la abadesa. Fue tal la significación que arrastró esta monja agredana, que me voy a detener un poco en ella con apenas unos bosquejos, para entender la importancia que tiene que el fraile lerinés se mantuviera en su entorno.
Convento de la Concepción de Ágreda. Al fondo la imagen de sor María de Jesús.
SOR MARÍA DE JESÚS DE ÁGREDA. Foto: Charo López
María de Jesús de Ágreda (en el siglo María Coronel) ingresó en el convento que fundó su propia madre y llevó una vida de lo más azarosa, a pesar de no haber salido jamás de las puertas del claustro, tras entrar en religión. Sus primeros años como religiosa se vieron envueltos de gran polémica, lo que le acarreó más de un disgusto dado los fenómenos extraordinarios que le acompañaban (levitaciones, arrobos, bilocaciones, etcétera). Al terminar ese período, su espíritu se calmó y se dedicó a escribir auténticos tratados de espiritualidad; es autora entre otros de un polémico libro: Mística Ciudad de Dios, (que fue revisado y prohibido por la Inquisición y añadido al índice de libros prohibidos durante muchos años, por sus novedosas aportaciones al estudio de la Virgen María) del que hoy se han hecho multitud de ediciones en todos los idiomas. Además, a pesar de llevar una vida de estricta clausura, sor María de Jesús estuvo muy en contacto con el mundo exterior a través de la correspondencia epistolar que mantuvo con reyes, papas, obispos, nobles y un sin fin de personajes religiosos y seglares; Felipe Jiménez de Sandoval, uno de sus biógrafos, llegó a calificar a este trasiego epistolar de la monja como: “el mundo en una celda”.
El más destacado remitente de esas cartas fue el rey Felipe IV. Éste, conocedor de la fama de la monja, la fue a visitar en 1643 y quedó tan prendado que le propuso mantener correspondencia entre ambos, lo que la convirtió en la mayor confidente y fiel consejera del monarca durante más de veintidós años, no solo en temas espirituales, sino también políticos, así como en los referentes a su vida familiar; y todo ello conducido desde su propio convento. Con asiduidad quincenal la monja y el rey se llegaron a intercambiar hasta 618 cartas, que concluyó a la muerte de la Abadesa en el año 1665. Cinco meses más tarde moría también el rey.
Felipe IV y María de Jesús de Ágreda. Foto: sorianoticias.com
Se dice que a través de estas misivas, sor María logró reconducir al rey hacia una reeducación cristiana, actuando también como consejera en cuestiones políticas y militares, por lo que estas cartas constituyen una fuente valiosísima para entender la política española de su época. Otro de los biógrafos de la monja, Francisco Silvela, aseguraba que a través de esta correspondencia, Madre Ágreda, “con su clarividencia e instinto salvó la unidad de España en aquella hora crítica y decisiva”. Este Silvela transcribió dichas cartas que se publicaron en el año 1885 y su lectura es una delicia que pone de manifiesto la veneración que el rey y la monja se profesaban.
FRAY JUAN, SE PERFILA COMO DESTACADO FRANCISCANO
Vista pues la trascendencia de esta mujer, se entiende la responsabilidad que también tenían sus confesores, ya que ellos la aconsejaban en su vida espiritual y a tomar muchas de las decisiones a las que se tuvo que enfrentar a lo largo de su vida, y fray Juan no fue ajeno a todo esto, como trataré de demostrar.
En la actualidad las monjas del convento de Madres Concepcionistas de Ágreda custodian con celo el cuerpo incorrupto de sor María de Jesús, pero también guardan en sus archivos todos los documentos habidos desde su fundación, especialmente los relacionados con la madre abadesa. Muchos de estos documentos han sido en su mayor parte catalogados por María Ángeles Alonso Cacho, y recogidos en el libro: El Archivo del Convento de Madres Concepcionistas Franciscanas de Ágreda (Soria, 2013). Gracias a él he descubierto dos legajos muy importantes para el presente trabajo. Puesta en contacto con las Hermanas de la Concepción, gentilmente me han facilitado copia de ambos. Uno de ellos está fechado en el año 1644 y es una carta de otorgamiento de poder encabezada por: “el Padre fr. Francisco Andres de la Torre, Probincial de la provincia de Vurgos y calificador y dotor jubilado y el Padre Fr. Juan Lazaro Guardián del convento de san Julian de esta villa de Agreda y el licenciado Miguel Perez clérigo y beneficiado de la parroquial del señor san Juan de esta villa y nuestra madre María de Jesus abadesa del convento de la madre de Dios de la Concepcion de esta villa de Agreda, cabezaleros y testamentarios…”. Este documento da fe, no solo de que en ese año 1644 fray Juan era todavía el superior de San Julián de Ágreda, sino que mantenía estrecha relación con la monja dado que ambos gobernaban sus respectivos cenobios, siendo fray Juan además el responsable en último caso de la atención de estas, aunque cada confesor se hiciera cargo de sus propias penitentes.
Es sabido que la madre abadesa se tuvo que apoyar a lo largo de su vida en unos cuantos confesores que le eran asignados de entre los franciscanos de este de convento de san Julián. Se conocen los nombres de algunos, ya que en las distintas biografías que se han hecho sobre ella se nombran explícitamente, pero en momentos puntuales tuvo que echar mano también de otros. Y por lo que expondré a continuación es muy posible que entre estos “otros” estuviera fray Juan.
Parte exterior del convento de la Concepción de Ágreda. Foto Charo López
TRATO DEL PADRE LÁZARO CON MADRE ÁGREDA
Sor María se hizo muy devota de los Ángeles Guardianes y se dice que ella misma comunicaba a sus confesores las gracias que de ellos recibía: “Al decir ella a los confesores los favores que le hacían los ángeles, le ordenaban por obediencia que preguntase los nombres de dichos ángeles, y dijo algunos”. Esta frase parece ser que está tomada de los interrogatorios a los que la propia Inquisición sometió a la abadesa en el año 1649; y el dato es decisivo para esta investigación ya que significaría que el fraile lerinés habría sido uno de esos confesores, pues hay constancia de que fray Juan supo de boca de Madre Ágreda cual era el nombre del suyo propio: “Madre Ágreda le dio a fray Juan de Lázaro el nombre y el número de su Ángel Guardián particular, que le dijo llamarse Salaciel, (o Salactiel) a la vez que le interpretó el significado de tal nombre: Alabanza, oh, alabanza a Dios “. Si tal es así, fray Juan solo pudo haberlo conseguido siendo en algún momento el confesor de la abadesa; no descartando tampoco que se lo pudiera haber dicho en su calidad de Guardián del convento. Y, además de eso, fue la propia abadesa quien le compuso al fraile lerinés una oración personal para que él mismo la rezara. Dato más que significativo.
JUAN DE LÁZARO FIEL CONFIDENTE
Como quiera que Madre Ágreda se lamentara de que las monjas y algunos de sus confesores no habían sido lo suficientemente discretos en sus confidencias, -cosa que le ocasionó grandes trastornos que levantaron gran revuelo, ya que todos querían verla en sus momentos de arrobos y levitaciones-, no creo que en este punto se viera afectado el P. Lázaro, ya que la confidencia sobre su ángel personal la mantuvo en secreto durante toda su vida, y solo se la contó a su confesor en el lecho de muerte, reconociéndole además “las gracias que le habían sido otorgadas por su medio”.
Mucho debió impresionar a estos frailes las revelaciones de sor María de Jesús sobre los ángeles guardianes; tanto, que en el convento de San Julián se empezó a celebrar anualmente su fiesta desde ese momento. Y así quedó consignado en los archivos gracias a la pluma del propio fray Juan, según se desprende del artículo escrito en 1976 por David J. Viera, y titulado: The Presence of Francesc Eiximenis in Fifteenth and Sixteenth-century Castilian Literature: “Fray Juan de Lázaro escribió que en 1640 se introdujo en el Convento de San Julián de Ágreda la conmemoración del Ángel de la Guarda”.
Cuerpo incorrupto de sor María de Jesús que se custodia en su convento de Ágreda.
FRAY JUAN, CRONISTA Y ESCRITOR MUY CONSIDERADO EN SU ORDEN
Y es que, como ya he dicho, fray Juan de Lázaro era cronista ya desde aquella primera época de Ágreda y además un escritor muy considerado entre su orden franciscana. Y de ello da fe el segundo documento custodiado en los archivos de la Concepción de Ágreda.
Sellos del documento contenidos en la caja 68. Carpeta 3.
Andaban por el año 1649 muy concienciados los franciscanos en dejar por escrito las crónicas que reflejaran y señalaban a los hijos más virtuosos de la orden y, en este caso, de la Orden Tercera y buscaban de entre ellos a los frailes escritores más aptos para hacerla. Por eso fueron distribuidas sendas cartas a todos los conventos franciscanos; una de ellas la escribe el Padre General y la otra el conde de Miranda y duque de Peñaranda, que a la sazón era ministro terciario. “La Benerable horden de los terceros de nuestro seáphico Padre San Francisco de esa corte, está haciendo una crónica de barones ilustres y personas que de ella han florecido en virtud y santidad que ha de ser de mucho lustre suyo, y de toda nuestra seráphica religión_____. Por ello el Provincial solicita que: Vuestra Paternidad haga que el religioso de mayores noticias en inteligencia de esta nuestra Provincia ynbíe memorial de los terceros y terceras que ubieren muerto en ella con opinión de virtud singular .
De igual modo se expresaba el noble terciario en Madrid: “…que en todo tiempo aya memoria de las exemplares vidas de nuestros hermanos difuntos que han florecido en virtud. Para que los demás los ymiten y el tiempo no las escurezca”.
El P. Provincial concluye:”…a los Padres Guardianes y presidentes de los conventos desta nuestra Provincia que luego que reciban esta nuestra patente hagan exacta diligencia por si o por otros Religiosos de sus conventos de toda satisfacción en todos los lugares de sus guardianías, inquiriendo si ha abido algunas personas, ansi hombres como mujeres de la Orden tercera que hayan vivido y muerto con opinión de santidad haciendo información jurídica de sus vidas y costumbres y remitiéndonosla cerrada y sellada…”.
Documento de nombramiento del P. Lázaro. Archivo del convento Concepcionista de Ágreda. Caja 47. Carpeta 2.
Esta circular concluye nombrando al religioso de mayores noticias en inteligencia de esa Provincia: ”Y para cumplimiento deste mandato nombro al Padre Predicador Lázaro como ministro y visitador de los hermanos terceros”.
Foto: Reverso del documento de nombramiento.
De este modo he descubierto que el religioso con más capacidad e inteligencia para esa tarea en la Provincia de Burgos era el fraile lerinés y a él se le encomendó hacer la deseada crónica, que sin duda hizo. Ese documento lo recibió y lo guardó la abadesa de Ágreda bien conocedora de a quien se le había encomendado dicha tarea.
La Orden Tercera era el antiguo nombre que se le daba a la Orden Franciscana Seglar u Orden de los Penitentes, y se llamó así porque fue fundada en tercer lugar por San Francisco de Asís, detrás de la Primera Orden (Hermanos Menores) y la Segunda (de las Clarisas). Esta Orden Tercera estaba reservada para aquellos hombres y mujeres que querían hacer penitencia movidos por la predicación del santo de Asís sin acceder al estado religioso.
FRAY JUAN PASA DEL CONVENTO DE ÁGREDA AL DE NALDA
Es posible que ya para ese año de 1649 fray Juan no estuviera ya en Ágreda pues del convento de San Julián pasó al de San Antonio de Nalda, situado en la comarca logroñesa. Un convento en el que por cierto habían ingresado años atrás el padre y los dos hermanos de sor María de Jesús, por lo que el contacto de fray Juan con esa familia no dejó de mantenerse.
Este convento, -hoy en ruinas, como los anteriores, tras la desamortización de 1836-, se terminó de construir en 1617 y se erigió gracias al patrocinio de D. Felipe Ramírez de Arellano y Zúñiga, VII Conde de Aguilar, y X Señor de Cameros.
Convento de san Antonio de Nalda, en ruinas desde la desamortización de Mendizábal. Foto: Patrimonio olvidado de La Rioja. Marraco.
Fray Juan de Lázaro ocupó también aquí el cargo de Guardián o Superior y además continuó escribiendo. Se sabe que de su pluma salió un Devocionario, al que dividió en tres partes, siguiendo las tres vías de la oración: purgativa, iluminativa y unitiva. Esta obra la dedicó a Juan Ramírez de Arellano y Mendoza, hijo del fundador, y a su esposa, Mariana de Guevara y Manrique, que eran en ese momento los patronos del convento. También escribió fray Juan un tratado sobre el Pater Noster y otro sobre el Ave María, aunque al parecer este último quedó inacabado. Dice Omaecheverría, que “Estas obras manuscritas se guardaron en dicho convento y no hay constancia de que pasaran a la imprenta”. El P. Orive, cronista contemporáneo del fraile lerinés, dirá en 1682: “Al morir él (Juan de Lázaro), quedaron además en el mismo archivo algunos escritos suyos. Se conservan aun ahora dos cartas autógrafas, firmadas de su puño y letra, y una relación titulada Fundación del convento de San Esteban de los Olmos, y de algunas cosas y casos dignos de memoria”.
Convento de San Esteban de los Olmos, reconvertido en residencia de ancianas franciscanas. Foto: tierrasdeburgos.blogspot.com
DE NALDA A SAN ESTEBAN DE LOS OLMOS
Y es que de Nalda, fray Juan pasó a un último cenobio, el de San Esteban de Olmos, situado en la provincia de Burgos y fundado en el año 1458 por fray Lope de Salinas; a este convento se le conoció también como el de los Descalzos, por ser como los anteriores de estricta observancia. Se sabe de él, que fue particularmente célebre por los muchos frutos de santidad que había producido; tanto es así que se le llegó a llamar San Esteban de los Santos, y se dice que este lugar “llamaba poderosamente la atención por la soledad amena y poblada de frondosos árboles, por la abundancia de cristalinas aguas y por la graciosa distribución de las devotas ermitas que en su huerta invitaban a la contemplación”.
En San Esteban, el P. Lázaro fue durante muchos años el Definidor habitual, su Predicador y su Guardián, corroborando aquí también su valía intelectual y espiritual.
Estando en san Esteban llegó un Comisario que había sido asignado -como anteriormente le ocurriera a él con la Orden Tercera- para tomar declaración a algunos frailes, testimoniando sobre la vida y virtudes de otros franciscanos, que al parecer habían muerto en el convento en olor de santidad. El Comisario se llamaba Fr. José de Ibárreta y comenzó a tomar declaración a los frailes el día 1 de agosto del año de 1665; el día 26 le tocó el turno a fray Juan: “el 26 por la mañana se presentaba a declarar, jurando decir la verdad in verbo sacerclotis, Fray Juan de Lázaro, Guardián del convento y gran Siervo de Dios, incluido más tarde en la serie de biografías de religiosos muertos en olor de santidad en San Esteban de los Olmos, Fr. Juan de Lázaro prestó declaración sobre las virtudes heroicas de F. Blas de Fresno, Fr. Domingo Cavallero, Fr. Juan González, Fr. Luis de la Madriz y Fr. Juan López. El secretario, Fr. Andrés de Villalmanzo, fué escribiendo y anotándolo todo con su excelente caligrafía. Y al fin estamparon sus firmas Fr. Juan de Lázaro, ratificando con juramento la veracidad de sus afirmaciones y la fidelidad con que quedaban recogidas por Fr. Andrés de Villalmanzo”.
Dieciséis biografías salieron de esa encomienda del que al parecer no encuentran autor, barajándose la posibilidad de que lo fuera el propio P. Lázaro. Después se añadió una biografía más y esta fue la del propio fray Juan, hecha probablemente por el P. Orive.
PERFIL DE FRAY JUAN DE LÁZARO PARA QUIENES LE CONOCIERON.
UNA VIDA OBSERVANTE EN DULCE OLOR DE SANTIDAD.
En esa biografía se dice de fray Juan que el espíritu que le invadía era el de un religioso muy observante, y refleja limpiamente el modo en que lo vieron quienes en vida lo trataron. Recojo buena parte de ella ya que no tiene desperdicio pues refleja el estilo y el modo en que lo vieron en su tiempo: "... para no interrumpir su ejercicio principal, que era la presencia de Dios, utilizó muchas oraciones de oración, breve y ferviente con quien mantuvo el fuego del amor divino que ardía en su alma, e incluso si este ejercicio sagrado era secreto y solo para Dios y para sí mismo, sin embargo, a través de sus acciones externas se sabía que el ser estaba regulado de un espíritu superior y como llamas vivían del fuego divino que reinaba en su corazón. A lo largo de su vida, preservó la paz, la tranquilidad y la igualdad totales, y aunque su complexión natural era sutil y delicada, su espíritu era ferviente y no limitaba el ejercicio físico en la medida en que era doloroso, y seguía a la comunidad día tras día; era muy partícipe en la comida, pobre en vestimenta, franco y sencillo, y de pureza virginal. Este Venerable Padre conocía el número de su Ángel Custodio y en el momento de su muerte declaró a su confesor que Dios le había otorgado esta gracia a través de la intercesión de La venerable hermana María de Jesús, abadesa del convento de la más pura concepción de la ciudad de Agreda, quien le dijo no solo el nombre de su ángel, sino también una oración compuesta por la misma madre que está escrita en su propia caligrafía y se ve en el Archivo de este convento de San Esteban.
El ángel de la guarda de este siervo de Dios, cuyo nombre era Salaciel, quien interpretó, significa (alabanza, oh alabanza) a Dios, cuyo ministerio era postrarse, despertar y sacudir a quienes participan en el ejercicio de la oración y tratar íntimamente con Dios en continua alabanza de la divina majestad; y esto era bien conocido por sus efectos: así, la luz que este Siervo de Dios recibió de su Santo Ángel, como la fidelidad con la que observó su doctrina, se ocupaba continuamente en las alabanzas divinas. Todos los días decía esta oración a su Ángel guardián y presentaba la costumbre de decir la Antífona, el verso y la oración de los Ángeles Guardianes en la comunidad antes de cada mañana en la Recollezionne, como se sigue observando hoy".
MUERTE DE FRAY JUAN
Ateniéndome a lo que se dice en el “Plantel Seráfico…”, ya comentado anteriormente, fray Juan de Lázaro muere en el año 1668 -apenas tres años después que sor María de Jesús-, y en las conclusiones de este libro se duda sobre la autoría de tales biografías: “Otra cuestión cuya solución nos interesaba era la relativa a la fecha de composición del manuscrito de las biografías, y al intentar resolverla nos encontramos con que la fecha más tardía que en él se anotaba era la del fallecimiento de Fr. Juan de Lázaro, ocurrido el 23 de agosto de 1668; pero convenía tener presente que las biografías no forman obra independiente, sino que integran parte de un relato de conjunto sobre la fundación y vicisitudes del convento de San Esteban de los Olmos, de idéntico estilo y en relación íntima con las biografías, en algunas de las cuales se alude exprofeso a él”. Pagina 411. Visto lo cual, lo más plausible es penar que fuera el propio Fray Juan de Lázaro el autor y quien compusiera el resto de crónicas sobre la fundación del convento burgalés y las biografías sobre los frailes más perseverantes, y que a su muerte alguien se encargara de escribir la suya propia intentando copiar el estilo.
Al parecer, los libros de oración que escribió fray Juan quedaron guardados en el convento burgalés, para pasar después al de Nájera. El franciscano padre Omaechevarria consultó y trabajó sobre estos archivos y publicó en la década de los años cincuenta del siglo XX el libro al que he hecho referencia en repetidas ocasiones y que junto con el resto de documentación encontrada ha resultado decisivo para realizar este trabajo. En dicho libro aparece la declaración jurada que él hizo en 1668 in verbo sacerdotis dando testimonio sobre la vida ejemplar de los frailes que él mismo conoció, o de los que oyó hablar, y que murieron en olor de santidad. Recomiendo la lectura de este libro para enfocar el entorno en el que vivió y murió este ¿santo? lerinés.
Transcurridos cuatrocientos veintiséis años desde su nacimiento, lo recupero para la historia local de Lerín, su pueblo; y, como dijera el conde de Miranda y duque de Peñaranda, conociendo su vida: “los demás los ymiten y el tiempo no las escurezca”.
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Investigación y redacción: María Rosario López Oscoz
Noviembre de 2021
Fuentes:
Archivo del Convento de las Madres Concepcionistas de Ágreda. Caja 68, Carpeta 3, año 1644-23-junio y Caja 47, Carpeta 2, año 1665-10-mayo.
-ALONSO CACHO, María Ángeles. El Archivo del Convento de Madres Concepcionistas Franciscanas de Ágreda. Edición de la Excma. Diputación de Soria colección de archivos sorianos nº 8. Año 2013.
-ARCHIVO IBERO-AMERICANO. 10, 1950 pp 151-393
-CARMINE ALVINO Avv. I Sette Arcangeli. http://www.settearcangeli.it/s-sealtiele-salatiele-preghiera-o-richiesta-o-avvocatura-di-dio
-familysearch.org
-MORENO RAMIREZ DE ARELLANO, Miguel A. Claves Para La Fundación De Un Convento Franciscano Extramuros De La Villa De Nalda. Año 1991
-OMAECHEVARRIA MARTITEGUI, Ignacio. Notas de Bibliografía Burgalesa. 1950
-OMAECHEVARRIA MARTITEGUI, Ignacio. Un Plantel de Seráfica Santidad en las afueras de Burgos. San Esteban de los Olmos (1458-1836). Años 1951,1956.
- Revista Ilustrada La Avalancha. Nº 931. Año 1940
-Revista Ilustrada La Avalancha. Nº 1104. Año 1942
- http://riubu.ubu.es/bitstream/10259.4/923/1/1133-9292_n115_p508-522.pdf
-http://www.fratefrancesco.org/hist/recoletos.htm
SILVELA Francisco. “Cartas de la venerable madre Sor María de Ágreda y del Señor Rey Don Felipe IV (1885-1886) - María de Jesús de Ágreda, 1602-1665”. Sucesores de Rivadeneyra. Año 1885-86. Madrid.
-SOLAGUREN Celestino, OFM. Sor María de Jesús de Ágreda (1602-1665).
-VIERA, David J. The Presence of Francesc Eiximenis in Fifteenth and Sixteenth-century Castilian Literature. nº 57, mayo 1976.
https://ne-np.facebook.com/libreria.lafarandula/videos/5395176137190737/ video conferencia sobre madre agreda.
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Quiero agradecer la amabilidad de las Hermanas de la Concepción de Ágreda facilitándome gustosamente los documentos solicitados. A Debora Soriano, guía turístico y encargada de la oficina de Turismo de Ágreda, por el interés mostrado y las precisas gestiones para contactar con las monjas, y a mi amiga Cruz Larrañeta por sus atinadas precisiones.
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Impresionante Charo. Aunque sea anecdótico me ha hecho gracia la coincidencia: María Jesús de Ägreda. Como mi madre.
ResponderEliminarMuchas gracias Miguel Javier. Pues sí, a mi también me venían a la cabeza tu madre y tu hermana cada vez que hacía las búsquedas sobre la Venerable María de Jesús de Ágreda. Una bonita coincidencia.
EliminarEn el transcurso de la investigación estuve en Ágreda y visité por supuesto el convento. Una experiencia inolvidable. Tanto el fraile como la abadesa me han venido acompañando durante muchos meses hasta concluir el trabajo. Los he hecho de algún modo un poco míos.
He intentado introducirme en sus vidas, imaginarme sus afanes y el modo tremendamente ascético en el que tenían que sobrevivir, aparte de los rigurosos inviernos en las faldas del Moncayo, sin más abrigo que el que les bridaban sus pobres ropajes y las cuatro paredes que los acogían.
Daría para una novela tan interesante o más que la que escribió sobre la madre abadesa Javier Sierra. A ver si alguien se anima, yo ya he dejado aquí las bases. Un abrazo.
Vaya trabajo Charo. Laborioso de verdad, pero aquí queda reflejado.
ResponderEliminarEnhorabuena, una vez más.
PEDRO CASTILLO
Este hombre se marcharía de su pueblo para no regresar jamás, seguramente, dada la rigidez de las órdenes recoletas de entonces. Se llevaría sus recuerdos de infancia, que seguramente le volverían de vez en cuando a la cabeza. El Lerín de sus amores, su familia y amigos...
EliminarNo sé si te has fijado, Pedro, que según el recordatorio José Lázaro fue también caballero terciario. Puede ser que sea coincidencia, o bien que el hecho de haber tenido este antepasado franciscano les hizo seguir la tradición. Interesante.
Muchas gracias por tus palabras, Pedro.
Esta vez te has superado! No se como acabaste leyendo sobre ese monasterio de Burgos y acabaste encontrando al Lazaro lerines, pero fue una suerte para ese personaje y para Lerin, que ahora sabe quien fue. Saludos
ResponderEliminarAgustín, a veces pienso que más que buscarlos yo a los personajes son ellos los que vienen a mi empujando. Cuatro siglos en el olvido con este último que nos ocupa, ya está bien, ya le tocaba...
EliminarY fíjate, buscaban en su orden, en la Provincia de Burgos, al mejor y más capaz escritor, y resultó ser el P. Lázaro. Un detalle muy interesante. Que brille y se luzca este personaje, y, sobre todo, que se conozca. Nunca es tarde.
Y muchas gracias por tu comentario.
Resulta curioso que en Lerín se erigiera un convento de Madres Concepcionistas del carisma del de Ágreda. ¿Tuvo algo que ver fray Juan de Lázaro en ello? Probablemente sí.
ResponderEliminarSobre este convento dice Ricardo Fernández Gracia en su libro "TRAS LAS CELOSÍAS Patrimonio material e inmaterial en las clausuras de Navarra":
"La casa de Lerín tuvo su origen en un beaterio documentado en la segunda mitad del siglo xvii, que se desarrolló gracias al empeño de don José Lainez, natural de la localidad y beneficiado de
Alfaro, que según la tradición se llegó a entrevistar con sor María Jesús de Ágreda. En 1808 sus religiosas tuvieron que abandonar la villa y en 1837 el jefe político las obligó a salir, de nuevo, refugiándose en las Clarisas de Olite". Pag. 33
La desamortización de Mendizábal fue también implacable con esa congregación.