Lerín es capital: LAS CUEVAS DEL PAREDÓN

Ya se ha comentado anteriormente en este blog, en relación al patrimonio en general de Lerín, y especialmente en el histórico, monumental, arquitectónico y natural, la curiosa circunstancia de que muchas cosas que tienen un valor importante, pasen prácticamente desapercibidas para los propios lerineses. Quizás no tanto "desapercibidas" sino que, de tanto pasar por delante un día tras otro, apenas nos damos cuanta de que están ahí. Sin embargo, a cualquiera de otro lugar, sea visitante o "de paso", les llama poderosamente la atención. El caso que hoy nos ocupa es, precisamente, un claro ejemplo.

Este año no habíamos publicado aún en el blog ningún artículo en la sección de Patrimonio lerinés, y eso no podía quedar así porque esta sección es muy importante para nosotros y para el archivo de LERÍN ES CAPITAL. Y nos alegra aún más porque se trata de una nueva colaboración. En este caso, es el arqueólogo lerinés José Luis Ona quien nos invita a dar un paseo por...

LAS CUEVAS DEL PAREDÓN

Lerín es pueblo de cuevas. Su particular geología, donde domina el yeso y las arcillas terciarias, es propicia para la excavación de cavidades, y así se hizo desde antiguo. Falta un estudio en profundidad de las cuevas de Aguachal, que podría dar lugar a sorpresas arqueológicas; y son muy interesantes las cuevas excavadas en el cantil de yeso sobre el que se asienta el pueblo, que conforman un conjunto altomedieval de vocación defensiva también pendiente de estudio. Un tercer grupo lo forman una serie de cuevas-vivienda abiertas en el entorno inmediato del pueblo, imbricadas en su caserío, rodeándolo por sur, este y oeste, documentadas a fines del s. XVIII y todavía en uso alguna de ellas hoy día. Cierra este listado el conjunto de las “Cuevas del Paredón”, alineadas en la margen derecha del barranco homónimo, que son las más modernas y las más accesibles.

Las cuevas se abrieron en el estrato más blando de las arcillas. La capa superior de piedra de yeso, más dura, sirvió de techo.

Recientemente se ha habilitado mínimamente su visita, mediante sendas y carteles explicativos, con textos de Ángel Sánchez y fotos y diseño de Mendía Echeverría, que invitan a conocerlas.

Merece la pena.

PUERTAS, CIERRES Y VENTANAS.

Tan importante como excavar el interior, picando en la arcilla yesosa, era cerrar los vanos necesarios: puertas de acceso y ventanas que servían de lucernario y aireación.

Se procuraba que el vano se ajustara al marco del vano que se colocaría al final del proceso de construcción. Si por cualquier circunstancia el vano era mayor (eran frecuentes los pequeños derrumbes) se construía una pared de adobe en la que se ajustaba el marco y se dejaba un hueco para iluminación.

A veces se construía una buena pared de obra para cerrar determinadas zonas. Y en la parte desaparecida de las cuevas, aguas arriba del barranco, se llegaron a construir obras delante de las cuevas, apoyadas en la peña, obteniendo así una vivienda mixta, mitad cueva y mitad casa exenta. Cuando la altura de la peña lo permitía se alzaban cuevas-viviendas de dos pisos, con dos niveles de excavación.

La demolición de la mayor parte de este conjunto de cuevas revaloriza el interés etnológico de la única zona conservada, uno de los ejemplos de hábitat troglodítico en yeso más septentrionales de Navarra. Para una buena parte de los lerineses estas cuevas-vivienda significan un testimonio real y tangible de las dificultades y carencias de nuestros ancestros más cercanos –incluso padres y abuelos- que les obligaron a excavar las entrañas de la tierra para poder obtener un modesto cobijo. Un recuerdo para ellos.